Diario del aislamiento Día 1: Primeras sensaciones desde casa, o los 12 Trabajos de Hércules


Bien, llego el momento de meterse en casa, que lo ha dicho la autoridad y el sentido común. En este diario iré contando las cosas que me pasan por la cabeza para evitar perderla y por si a alguno de Vds le entretiene, que ya sería raro. 

Hoy, sábado 14 de marzo, es el primer día de aislamiento, aunque realmente no lo es. En realidad llevo en casa desde el pasado miércoles, cuando nos hicieron venir a casa a trabajar. Nos pareció bien, nos lo esperábamos, no nos pilló desprevenidos. Algunos lo estaban deseando, yo no tanto. Me preocupaba no ya tanto estar en casa, que no es mala cosa, sino que todo el resto del mundo fuera cerrando poco a poco, como está ocurriendo. 

Vaya por delante que hablo de un aislamiento privilegiado, de lujo, un aislamiento aristocrático, casi de spa. Vivo con mi mujer en una casa que no es muy grande pero no es pequeña, en la que tengo espacio (siempre nos gustaría algo más, una terraza más grande, un jardincito, una bolera). Tengo comida (y rica) para varios días, otra peor para cuando se acabe la rica y luego ya unos cuantos botes que no apetecen mucho pero, oye, para lo suyo sirven. Tenemos Movistar, tenemos Netflix, tenemos HBO, tenemos Amazon y tenemos Filmin; unos los pagamos nosotros, a otros accedemos por ser amigos o familia del que paga y Filmin nos lo regalaron y por eso a lo mejor no le hacemos ni caso, ya saben cómo son estas cosas. Seguro que el día que caduca la suscripción nos damos cuenta que era la mejor de todas o al menos escucharemos eso en los bares de entendidos, si es que vuelven a abrir, y entonces diremos ah, Filmin, ese sí que es bueno, la crema de las plataformas, un lujo que la gente no entiende, diremos, y eso que la hemos abierto dos veces y ya. 

Tenemos cientos de CDs y vinilos, tenemos Spotify y mi mujer tiene un gusto musical excelente y pincha y pincha temas todo el día y es un placer escuchar tanta música desconocida, por lo menos por ahora. Tenemos muchos libros esperando en las estanterías para ser leídos de una santa vez, que nos miran al pasar con cara de decir “ahora que te toca estar en casa ya no tienes excusa, idiota”. Tenemos muchos armarios que ordenar, cajones que organizar, bolsas de plástico que doblar y ordenar por colores, formas, temáticas, código postal del comerciante, tipo de asa, idoneidad para llevar objetos con forma de paralelepípedo, índice de biodegradabilidad o proximidad del color del logotipo al Pantone 3268 C, que es un verde así como de cortina de baño muy apropiado para clínica de fisioterapia o podología o ambas.

Tenemos también el firme propósito de hacer muchas cosas que no hemos tenido tiempo de hacer hasta ahora, o más bien sí pero nos ha dado pereza: volver a ver ciertas series, ver por primera vez otras. Ver películas, que es algo que se nos esta olvidando a fuerza de ver tantas series, y eso que a partir del episodio 3 son casi todas un tostón. Releer a los clásicos a los que nunca hemos leído pero aun así solo tenemos la obligación de releer, si no queda uno como un ceporro. Aprender a usar el horno, a hacer un pollo, a hacer un pescado, a hacer algo que no sean ensaladas y cosas a la plancha.
También queremos mantener la forma y no ponernos como una boya por tener que comernos el enorme stock de alimento que hemos acumulado sin querer, solo porque vimos que todo el mundo se llevaba del supermercado cuatro paquetes de cada cosa y al final terminamos llevándonos nosotros tres, eso sí, diciendo que la gente esta loca y que no hay que contribuir al pánico. Queremos hacer pesas y sentadillas y fondos y abdominales, sobre todo por quedar en paz con nosotros mismos tras comprar un juego de mancuernas, unas gomas para fitness, unas mallas para fitness, unos calcetines para fitness y unas cuerdas con unas agarraderas que responden al sofisticado nombre de TRX y que no hay Dios que cuelgue de ningún sitio. 

Tenemos mucho que hacer, como Jonathan Richman. Tenemos tanto que hacer que no sé si al final tendremos tiempo con una sola cuarentena, se nos va a quedar corta al final la cuarentena, se nos va a acabar la cuarentena justo a medias del episodio clave de la vigésimo tercera serie empezada estos días. Se nos va a quedar corta la cuarentena, ya verán, esto acaba y los armarios sin ordenar y los calcetines sin clasificar y al final la gente echada a la calle pidiendo más días de aislamiento para poder podar los geranios y echar silicona a las juntas de los azulejos, que nos ha pillado el toro.

Esto pienso, en parte, este primer día de aislamiento. Digo en parte porque no puedo evitar, entre tanto trajín haciendo cuadrantes para llevar a cabo todo lo que tengo que hacer, estar cabreado, preocupado, irritado, resignado. Cabreado al ver la calle mucho mas llena de lo que esperaba durante el rato en el que he ido a hacer la compra, sobre todo gente mayor que en principio debería quedarse en casa, o al menos entender que el resto nos estamos quedando aisladitos para que ellos no estén en riesgo, no para que tengan menos cola en el supermercado. Preocupado por la gente que esta asustada, infectada, a cargo de gente con síntomas y, sobre todo, por los que están en los hospitales en primera línea gestionando la pandemia y el incivismo de los nuestros. Irritado viendo los parques llenos de gente con niños, los madrileños invadiendo sus destinos de veraneo sin importarles si llevan consigo el virus que pueda arruinar la vida de los que están ahí sin meterse con nadie y que encima les acogen en agosto. Resignado a lo que queda, pero, sobre todo, a lo que viene después, a la incertidumbre, a la bofetada de realidad económica, a ver que muchos pequeños negocios no van a poder aguantar el parón y se van a ver obligados a cerrar y a que en ese momento, cuando vuelva a hacer falta que la gente apriete los dientes y ayude, seguramente habrá quien quiera sacar tajada. Eso sí, también agradecido, como todos, a los que reponen las estanterías del súper, a los que cobran en las cajas, a los que limpian todo lo que puede contaminarnos y a los que defienden la primera trinchera con guantes de látex y mascarillas no del todo adecuadas.

Nos esperan tiempos de incertidumbre, angustia y vergüenza ajena, pero también de conocer mejor a cierta gente y tener tiempo para pensar, escuchar música, ver películas y hacer flexiones. Mejor vayámonos haciendo a la idea mientras ordenamos el cajón de las camisetas.

Playlist para el día 1, gentileza de la simpar Blanca DB
Los Inicios


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