Diario del aislamiento Día 10: Videollamadas: la guía definitiva




Diez días ya, se dice pronto, así a lo tonto a lo tonto entramos en dobles dígitos y las restas se complican para los que no tenemos a mano un ábaco. Llegados a este hito tan llamativo, hoy hablaremos de la sensación del momento: la videollamada multitudinaria.



¿Cansado de estar en casa más solo que la una, sin poder ver a sus amigos? Peor aún, ¿deseando estar solo en casa de una vez tras diez días rodeado de niños vociferantes? ¿Se le queda corto intercambiar whatsapps con amigos y familiares? ¿Tiene el Síndrome de la Oreja Pegadita de tanto hablar por teléfono estos días? Llega la solución definitiva: la videollamada. Como si de un artículo de esos de relleno de El Mundo sobre abdominales o conservas de caballa se tratara, les presentamos “La videollamada: la guía definitiva”. Todo lo que necesita saber sobre esta útil herramienta de comunicación en pocos y sencillos pasos. 


1.       Elegir la aplicación que se va a usar



Hoy en día hay disponibles varias aplicaciones para uso privado (Skype, Facetime, Messenger, Whatsapp, Hangouts …) y unas cuantas más destinadas al uso profesional (Slack, Zoom …). El mercado ofrece una amplia oferta de apps gratuitas que ofrecen la posibilidad de verse unos a otros con la cara deformada por la curva de la lente del ordenador, lo que resulta bastante desconcertante. Nótese que en estas llamadas uno siempre ve normal a todos los demás, pero se ve raro a sí mismo. No sabía yo que tenía esta nariz tan grande, tengo la cara alargada y curva como Citronio, el limón amigo de Naranjito, ¿por qué soy el único al que le brilla mucho la frente? Las apps producen este efecto porque las diseñó un tipo bajito y acomplejado que vive en Minnesota y tiene muy mal genio, me lo ha dicho a mí un primo de Carmen la del Ford Fiesta, el mismo por cierto que me tiene puntualmente informado de todas las tragedias que se avecinan y de toda la información que el Gobierno nos oculta.



Cuando organice una llamada grupal es importante convenir de antemano con los participantes cuál de estas múltiples aplicaciones rostrodeformantes se va a utilizar durante la comunicación, en la certeza de que justo esa no va a funcionar y se va a tener que pasar a otra. Si hay un hecho cierto que hemos aprendido con esta cuarentena, aparte de lo mucho que saben de epidemias en todos los rincones de España, es que la app de videollamadas nunca funciona a la primera. Os veo pero no os oigo, pues yo os oigo pero no os veo, yo oigo a Martínez pero solo veo un paisaje lunar, me oís a mí, esto va lento, te oigo entrecortado, Margarita no puede entrar, me lo está contando por Whatsapp.



Llegados a este punto, no hay que preocuparse: es el momento de la Gran Migración, rito imprescindible en toda video llamada, en la que el grupo en pleno emprende el éxodo hacia otra app previamente convenida. ¿El grupo en pleno? ¡No! Siempre hay uno que se equivoca y no aparece y se va por su propia iniciativa a otra app de la que nadie oyó nunca hablar sin saber muy bien por qué. Terminará por aparecer en la conversación veinte minutos más tarde, con gran angustia por haber ido probando todos los sistemas del mercado y whatsappeando a todo el grupo por separado, rompiendo definitivamente el ritmo de una reunión que ya tenía lo suyo por sí sola.



2.       Fije un horario 


Es importante fijar con precisión y claridad el momento en el que todo el grupo se reunirá ante la cámara para asegurarse así de que haya al menos uno que no se entere y llegue tarde o pronto y luego sea la risión del resto. 
 

Fijar la hora de la reunión es también importante para darle tiempo a las chicas a ponerse presentables, que es algo que llama mucho la atención a los varones del grupo. Mientras ellos aparecen en camiseta de publicidad con cuello desbocado y barba de varios días, las chicas suelen ser mucho más respetuosas con sus compañeros de reunión y aparecen la mar de bien peinadas y con una camisa que les sienta muy bien. Si luego van en bragas y pantuflas es otro tema, pero para la llamada mantienen las formas y alaban las de las otras participantes. Bien guapa te veo, te has cambiado el pelo, te queda mejor así. Los chicos mantienen una conversación paralela pero no comparable: joder qué barbas, pues yo ando igual, yo paso de afeitarme, total no me ve ni Dios. Benditas seáis, chicas de las videollamadas. 


Otro punto importante es fijar la hora final de la videollamada. Por mucho que nos queramos todos, llega un punto en el que el tema ya no da más de sí, la gente anda cansada de mirar tanto la pantalla y verse su propia cara alimonada y está loca por cerrar el ordenador. Este punto es delicado porque, aunque se nota en el ambiente las ganas de cerrar el chiringuito, siempre hay alguno que no se percata e intenta relanzar con brío la conversación. A todo esto, ¿qué pensáis vosotros sobre la epistemología?, pregunta uno en mal momento tras hora y media de llamada, abriendo paso a una discusión que debería ser larga y sesuda cuando la gente lo que realmente quiere es tumbarse en el sofá y ponerse a hacer zapping compulsivo. El preguntador suele ser además el que anduvo perdido de app en app y se ha incorporado tarde, angustiado y con ganas de charla. Pobre, hay que entenderle pero qué pesao, anda y que le den, haberse enterado como el resto, yo cuelgo ya, adiós.



3.       Seleccione cuidadosamente el grupo de invitados


Al igual que en grupo de whatsapp, es importante que en la videollamada participe una variedad importante de perfiles para así hacer la conversación atropellada y molesta. Es fundamental incluir en el grupo uno que sepa de buena tinta la verdadera situación del mundo y nos haga participes de ese privilegio, compartiendo información disparatada con el efecto de dejar al resto de participantes con la moral por los suelos. También es clave un participante que lo vea todo en clave política y aproveche cualquier tema (la gestión de la pandemia, la recuperación ambiental, la pesca de la nécora) para recordarnos lo mal o lo bien que toma decisiones el gobierno y lo mal o lo bien que lo habría hecho la oposición en la misma situación. 


No pueden faltar los otros perfiles: el que repite mucho lo mismo y provoca mensajes privados cruzados entre el resto de participantes, el que no se entera de nada, el que mira el móvil todo el rato, el que no dice ni pío y parece ausente y luego demuestra en un momento puntual que se ha pispado de todo, el que no se sabe cómo ,sea cual sea el tema, termina hablando de sí mismo, el que no se percata del tono de la conversación y hace chistes cuando el tema es serio y se pone trascendente cuando se habla de Bigote Arrocet. Fundamental todo esto, háganme el favor de no olvidarse. 



4.       Respetar unas reglas

Para que la videollamada llegue a buen fin, es fundamental respetar las siguientes reglas:

a.       Hablar todos a la vez, si es posible unos muy alto y unos muy bajo, para asegurarse de que la comunicación sea imposible.


b.       Ignorar el hecho de que hay un retardo perfectamente perceptible para todos, para hablar así antes de que otro acabe y crear el caos general. La ignorancia activa del retardo crea además esa situación tan graciosa en la que varios arrancan y paran de hablar a la vez, con lo que en la conversación hay ora momentos de estruendo de voces, ora silencios totales e incomodísimos. 
 

c.       Recordar que hay gente mirando aunque estemos solos en el salón de nuestra casa. Con tanto tiempo confinado y a su bola, la gente tiende a hacer lo que le da la gana y olvidar que tiene un público de quince personas con las que se tendrá que ver el resto de su vida. Meterse un dedo en la nariz, sacarse algo de una muela, olerse la camiseta o tirar los platos vacíos por detrás del sofá son cosas que la gente hace en privado pero resultan chocantes cuando se hacen ante una audiencia telemática. 


d.       Mirarse a sí mismo en la pantallita todo el rato, para ver cómo somos en realidad. Pocas veces tenemos ocasión de vernos en cámara, así que es inevitable mirarse a sí mismo en la pantallita mientras otros cuentan cosas que ya nos sabemos o no nos interesan. El retardo en la imagen nos facilita además vernos en según qué ángulo. A ver, voy a mover esta mano, ah mira, sí, me veo; voy a mover la otra, voy a mirarme la coronilla a ver si pierdo pelo, voy a mirarme las raíces a ver si se me ven demasiado oscuras, voy a mirarme los codos a ver si se me ven ásperos, voy a hacer el pino puente a ver si me acuerdo. Todo esto es muy importante y, lo que es mejor, no lo notan los compañeros de llamada por estar todos haciendo exactamente lo mismo.


Hasta aquí nuestros consejos de hoy. Disfruten de las videollamadas y recuerden seguir todos estos sencillos pasos. Si tienen cualquier duda o comentario, podemos comentarlos por Messenger o Slack o Whatsapp o Skype o Hangouts o Zoom o Facetime, y si somos muchos a la vez veremos nuestras caras diminutas en cuadraditos, como en este video de Farrah: 







Playlist para el día 10, gentileza de la muy elegante Blanca DB:

I call on you my friend



Comentarios

  1. lo del aislamiento lo llevo bien, mi vida social no podía empeorar, oigan.
    lo único que me cuesta a nivel psicológico es ir al supermercado

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    1. Es normal, la gente se pone muy antipatica por la zona de las conservas

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  2. Cómo siempre, algunos aspectos que cuenta Ciudadano Cano, me suenan como vívidos hace poco ;)

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