Diario del aislamiento Día 17: Tipos blandos, tipos duros
Y el día 17, aprovechando el mal tiempo, hacemos reflexiones mirando hacia nuestros ombligos y hacia los que se supone que son más débiles, qué cosas.
En el fondo, parte del problema puede ser que seamos unos blandengues. Vd y yo, quizás no Vd, Vd seguro, aquel de allí sin duda. Y ese, ese, ese, ese de ahí, ese ni le cuento. Eso sí, ese no, ese tampoco, ese ni por asomo, menudo tipo duro. Pero sí, la mayoría es lo que somos, unos blandengues.
Pertenecemos ya casi todos a generaciones privilegiadas que nunca vieron una guerra ni pasaron fatigas verdaderas. Naturalmente que sí las pasaron algunos, dirán Vds; claro, cuando se baja al nivel particular no es posible hacer afirmaciones generales, porque ante este tipo de sentencias (“pertenecemos a generaciones privilegiadas”) siempre hay alguien que opone un caso particular atroz que invita a la compasión y a retractarse. Pero no será así hoy ni será aquí, porque si hay algo que nos gusta en este blog es generalizar. Generalizar está mal visto, ya, pero también está mal visto tratar de usted, respetar las reglas de circulación, pagar impuestos y ser corteses con los vecinos, y aquí practicamos también todo eso. Bien, pues basta entones: se puede generalizar. Hay que generalizar. Aquí somos mucho de generalizar. Todos.
Decíamos generalizando (que es gerundio) que en el fondo puede que parte del problema sea que somos unos blandengues, no tanto por no tener resistencia a un virus (por más que al perezrevertismo de guardia la tos seca le pueda parecer síntoma de mansedumbre, bajura de espíritu e incluso protestantismo o, aún peor, anglofilia) sino por cómo estamos gestionando la situación. La sensibilidad a un virus desconocido y la falta de defensas puede ser también resultado de la blandura, no digo yo que no, que años de estar calentitos en casa tomando antibióticos y paracetamol a la mínima pueden habernos convertido en el animal más sensible de la fauna; en eso, sin embargo, no me meto. Para eso hay científicos, ya saben, esa especie escasa que malvive en su día a día excepto cuando hay crisis sanitarias, época en la que súbitamente todo el mundo centra su atención en ellos esperando una solución definitiva que, en caso de no encontrarse inmediatamente, les convierte en objeto de mofa y crítica. Hay que ver qué ineptos y qué caraduras los científicos, todo el día en bata jugando con unas monas, viviendo del dinero público. Qué país, ¡Inútiles!
Donde se nota la blandura es en la forma en que vivimos lo que nos está tocando vivir. Bien pensado, aislado el drama personal del que tiene familiares o amigos enfermos, la situación de la mayoría no debería ser más que una general molestia alargada en el tiempo. La inmensa mayoría estamos recluidos en casas calentitas gracias a la calefacción central, con sofá y colchón de viscoelástica (que no se sabe muy bien qué es), donde nos falta, si acaso, no tener una terraza más grande donde tomar el sol. No escuchamos lamentos por no tener agua caliente o luz ni por tener que echar ratas a escobazos de la despensa, sino por no tener espacio para hacer bien la tabla de pilates o por dar con la comba en las lámparas. En las tiendas sobra la comida a pesar de que se agotaron los primeros días los bienes de primera necesidad sin más motivo aparente que el deseo de la población de vivir una ficción como la de las películas de zombis, porque otro motivo se ha demostrado que no había; a día de hoy, los supermercados rebosan alimentos básicos, alimentos gourmet y fruta con pinta de cuadro de Arcimboldo.
Las quejas que inundan las redes sociales y chats son, en el fondo y en la forma, bastante ridículas: nos vamos a poner gordos, se nos van a ver las raíces sin teñir, menudos pelos tendremos al final. Netflix es un rollo, Disney carga mal, HBO no estrena nada, Movistar da partidos de fútbol antiguos, Filmin es para gafotas. Ay, no caímos en irnos a la casa de la sierra justo antes de empezar todo esto, es una lata estar aquí sin jardín, mira el vídeo de este futbolista qué piscina tiene, así cualquiera. Los del Glovo hay que ver lo que tardan, he ido a comprarme unas mancuernas de titanio en Amazon pero hasta mayo no reparten, están de liquidación en una tienda de internet que seguramente quiebre pero han volado las tallas L y XL, qué fastidio. En el super no queda la mermelada que nos gusta, no han repuesto el Idiazabal curado y solo queda del de 6 meses, nos han hecho hacer cola en la puerta, la chica de la caja tardaba un montón. No nos dejan hacer running, que es lo que antes se llamaba jogging y antes footing pero si usas esas palabras ahora quedas de viejuno y atontao. No nos dejan ir al gym, adiós tableta abdominal, a ver qué fecha nos dan para la depilación, verás tú como quiebre el sitio de la esquina qué faena, vamos a tener que andar dos manzanas para poder comprar empanadillas, qué trastorno, hay que joderse, que país.
Pasada esta
primera corteza superficial de la tontuna y lo liviano, que también hay que
entenderla, la situación no mejora cuando nos ponemos a valorar lo más
importante, la complicadísima gestión de la crisis. El común denominador es,
eso sí, el mismo: la queja. La queja por todo, la queja amarga, la queja a
veces razonable, la queja casi siempre sin motivo ni reflexión previa, la queja
bárbara y constante, la queja como acto reflejo ante cualquier decisión que
toma alguien que piensa distinto, la queja nacional. Acostumbrados durante años
a que todo nos fuera dado gratis y rápidamente, los españoles de ciertas edades
hemos desarrollado el mecanismo de los pollos de pájaro en los nidos y ahora,
ante cualquier adversidad, el acto reflejo es pedir y quejarse abriendo mucho
la boca, reclamando soluciones. Si la solución no llega de inmediato, el
mecanismo es benévolo para nosotros mismos y odioso para el resto: nunca
valorar si uno mismo puede hacer algo, nunca hacer autocrítica, nunca pensar si
uno sería capaz de resolver la situación antes de que pase el toro y con poco
tiempo para pensar, nunca ponerse en los zapatos del otro. Únicamente quejarse,
buscar un culpable y despotricar.
Congelado el fútbol, el factor de amargamiento es ahora la política, que ha tardado poco en convertirse en la coartada perfecta para criticar todo lo que pasa. Mal, el Gobierno lo hace todo mal, la Comunidad lo hace todo mal, el alcalde lo hace todo mal. Eso sí, si el alcalde es de los míos diré que el alcalde anterior lo habría hecho peor, un ejercicio de política ficción poco arriesgado. Si voté a cierto partido, me limitaré a echar en cara errores pasados del Gobierno de otro partido y así justificar los errores presentes del Gobierno actual, que es de los míos: la lógica de los niños chicos.
Todo es susceptible de crítica. Los chinos han hecho un hospital en 10 días, estos chinos no hay quien los entienda, a qué viene ese hospital, son ganas de alarmar. ¿Cómo es que no hemos hecho un hospital en España en 10 días? Bueno, el Ejército ha montado uno de campaña en una semana como y donde ha podido. Cierto, pero ese hospital es un desastre, las camas no son cómodas, no hay televisión, la comida es mala y además las raciones son escasas. Mira el que da los datos sobre la pandemia, míralo ahí el tío, con un jersey como si estuviera en su casa, normal que le timen los chinos y le manden tests de broma, es de traca el nota. ¿Cómo, que es un experto reputado con mucha experiencia que habla seis idiomas y que ha gestionado varias crisis también en España, con diferentes gobiernos? Bah, antes a lo mejor sí era bueno, ya no, no hay más que verle, con esa vocecita y esas cejas que Luis Tosar a su lado parece Alaska. Es un escándalo que la gente aún vaya a trabajar, hay que cerrar la ciudad, hay que cerrar la región, hay que cerrar el país, lo llevo yo diciendo semanas ya. ¿Cómo, que han cerrado la ciudad, la región y el país? Malditos inútiles, han cerrado todo, se van a cargar la economía, han hecho lo que pedíamos y nos han dejado sin motivo para quejarnos, esto es el colmo, ¡no os lo perdonaré jamás!
A este despliegue de infantilismo plañidero general asiste atónita otra generación, la de nuestros padres en algunos casos, la de nuestros abuelos en otros. Ellos, que sí que pasaron penurias, que pasaron incluso una guerra civil y otra mundial en algunos casos, que tuvieron que emigrar fuera del país o del campo a la ciudad con lo puesto para buscarse la vida, no se explican la reacción caprichosa y superficial de la gente de mi edad hacia abajo. Ellos, tipos duros que vivieron con lo justo y empujaron el país para salir de la caverna y ponerlo a la altura de las otras potencias medianas a fuerza de apretar los dientes y privarse de lo no esencial, ven ahora cómo es precisamente lo no esencial lo que alimenta la queja constante de sus hijos malcriados. ¿Realmente estos son los temas en los que centrarnos?, se preguntan. La respuesta, afirmativa, conlleva otra un poco más amarga. ¿Realmente criamos a esta gente para ser así de blandos? ¿Hicimos bien dando todo lo que no tuvimos nosotros a esta gente que ahora ha hecho a su vez lo mismo, engendrando generaciones de quejicas insolidarios y superficiales?
En esta generación que tuvo muchas menos cosas pero más disciplina, más abnegación y más principios, menos educación en las aulas pero mucha más educación en las calles y las casas, deberíamos mirarnos cuando nos quejamos. Piénsenlo la próxima vez que se crucen con uno de ellos: ¿habríamos sido nosotros capaces de hacer lo que hicieron ellos? Casi seguro que no.
Playlist para el día 17, gentileza de la hercúlea Blanca DB:
Songs for our grandparents
Songs for our grandparents
Hola Maestro y Maestra. Qué bonito detalle meter una de Los Caramelos. Por otra parte, recordemos las palabras del Butano: Toda generalización acarrea injusticia. Mi padre cumple hoy 78. Salud!
ResponderEliminarSu padre es un tipo duro y seguro que generaliza
Eliminarhe vuelto a recuperarte...y ahora repasando los post que me habia perdido me voy dando cuenta que tus largos articulos deberian ser publicados en algun periodico para que tuvieras cada dia miles de lectores.....y de paso reencontrarme con la seleccion de canciones de blanca.....de verdad que os echare de menos cuando acabe este retiro...saludos de valentinpop
EliminarGracias! yo es que intento escribir mas corto, pero no tengo tiempo. Ni tildes, ya ven Vds
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