Diario del aislamiento Día 5: Pastilla roja, pastilla azul
El miércoles 18 de marzo es el quinto día en casa.
Vamos sabiendo más cosas, preguntándonos otras y pensando si lo mejor no es, al
final, no saber nada.
El 18 de marzo es
un día que debe sentirse incómodo. El día de antes
es San Patricio, patrón de Irlanda y referente mundial para el disfraz de color
verde, la patilla pelirroja de guardarropía y la ingesta desorbitada de cerveza
negra. El día de después es San José, patrón de montones de sitios y día del
padre, referente mundial para la quema de esculturas efímeras de dudoso gusto,
el petardo mañanero y la manualidad infantil regalada con poca gana y aceptada
con mucha ilusión. El día 18 de marzo, mientras tanto, destaca más bien por
poco. Está dedicado a San Cirilo de Jerusalén, que al parecer fue alguien la
mar de importante a la hora de luchar contra el arrianismo, pero al que ya
nadie echa cuenta. Tuvo empero una desgracia: llamarse Cirilo. Mientras que
casi todo el mundo se llama José y casi todas las estrellas de mar se llaman
Patricio, casi nadie se llama Cirilo y, el que se llama así pasó una infancia
difícil, se lo cambia en cuanto puede y se pone José Carlos.
Definitivamente,
el 18 de marzo es un día sin suerte, una víctima del destino, un Salieri entre
dos Mozarts, un Harrison entre Lennon y McCartney.
Día 18 de marzo,
tú eres de los nuestros.
*
Avanza el tiempo
de aislamiento y avanza la pandemia y en casa, que quieren Vds que yo les diga,
estamos bastante entretenidos. Trabajamos en horario de trabajo y también un poco más, que es lo que tiene estar en casa y
teleconectado: al final responde uno a todo todo el rato, manejando cinco
plataformas de comunicación a la vez y casi con sentimiento de culpa si no lo
hace en el momento. Cuando uno no trabaja, hace la comida o pone discos o pone
lavadoras o hace una tabla de abdominales que ha visto en internet y que le
deja la espalda baldada, mañana haremos otra que esta me parece a mí que es
para los confinados en la Residencia Blume, oiga. Mientras tanto uno mira
chats, llama a los familiares, hace video llamadas multitudinarias que en breve
merecerán su propia entrada del blog y riega las plantitas, que están lozanas
en medio del susto general, qué tías.
Tanto trajín no
nos lo esperábamos, la verdad. Hace pocos días nos veíamos a nosotros mismos en
el confinamiento tirados en un sofá con el mando a distancia a medio caer de la
mano relajada, como si todos los días fueran sábado por la tarde de esos de
película de desgracias de Antena 3, las ideales para coger el sueño. Resulta
que el aislamiento en tiempos de Internet es todo lo contrario y no es que
envidiemos tener tiempo para la reflexión como el de Edmundo Dantés durante sus
plácidos días de presidio, pero algo más de paz si se esperaba uno. Da la
impresión de que cuando llegue el Día de la Liberación, si uno sale a la calle
y no tiene los armarios en estado de revista, el core definido y no habla
alemán con fluidez le tomarán por un flojo.
Y al final con
tanto que hacer a uno se le pasa estar conectado con la realidad, que es eso
que pasa ahí fuera pero también aquí dentro, saliendo de ordenadores, móviles y
televisiones en forma de información veraz y no tan veraz. El contacto con la
realidad estos días es raro, constante e inexistente a la vez, buscado a ratos
y evitado muchos otros.
La realidad se
aparece con facilidad en cuanto se visita la web de un periódico o se enciende
la tele. No se habla de otra cosa, solo se habla de una cosa, no se puede
hablar de otra cosa que no sea la cosa. A cualquier hora, en cualquier sitio,
de lo que se habla es de lo que se habla y es lo normal y sería raro si así no
fuera. Otra cosa es el efecto que tenga en cada uno el enfrentarse con la
realidad, como pasa siempre, aunque ahora sea más evidente, casi caricaturesco.
Ahora notamos con mucha más nitidez el extraño efecto que tiene en nosotros
estar informados, saber lo que realmente pasa, afrontar las cosas como adultos.
Hay una realidad ahí fuera que no podemos ignorar, pero la forma en la que la
integramos en nuestro día a día puede ser delicada.
Mientras estamos
concentrados en lo nuestro, sea el trabajo, los armarios o los abdominales, los
días transcurren casi amables. La paz que da la concentración es no obstante
frágil y se quiebra con facilidad en cuanto volvemos al mundo real. Cuando uno
deja las pesas o la fregona tiene una sensación placentera de deber cumplido y
tiempo aprovechado que genera un fogonazo de buen humor. Esta sensación puede
venirse abajo con estrepito en cuanto uno se conecta al mundo. Los telediarios
dicen que la cosa va a ir a más, las estadísticas no son buenas, el mantra de
que esto es una simple gripe de la que solo tienen que preocuparse los más
mayores y débiles parece que pierde fuelle, y eso lleva a preocuparse y echar
de menos instantáneamente ese mundo ideal de mancuernas y bayetas en el que
estamos más felices.
Curiosamente la
vuelta a la realidad es dolorosa cuando la produce una información veraz y
contrastada, pero lo es mucho más cuando viene del típico comentario
apocalíptico con el que las redes sociales nos obsequian estos días o el
comentario agorero de un compañero de chat. Al susto y al corte de rollo se
suma el cabreo con el mensajero, con lo que el daño es doble y mucho más hondo.
Joder, para qué tenéis que compartir estas cosas, por qué
tenéis que destrozarme el momentito de calma reenviando esta idiotez, alarmando
con vuestro propio miedo. Con qué derecho lo hacéis, por quién os tomáis,
guardaos el pánico para digerirlo solos como personas mayores.
Pero no todo contacto
con el exterior es nocivo. El reverso de la moneda es ese comentario
aparentemente vacío hecho por un desconocido en la cola del supermercado, ese “bah,
esto pasará antes de lo que pensamos y al final nos reiremos de la situación”
que, sin ningún tipo de base científica ni lógica, suelta alguien quizás para
despejar su propio miedo. Esa seguridad con la que lo hace, lo inesperado del
comentario y esa sensación de suficiencia tiene un efecto balsámico durante
unos minutos, quizás segundos, y uno piensa que en estos días es mucho más
valioso un desconocido esperanzado que un conocido derrotado. La sonrisilla que
sigue, las cejas que suben, el “la verdad es que sí”, producen tanto
alivio como escuchar sin esperarlo una canción perfecta sin mensaje conocido
como ESTA:
Playlist para
el día 5, gentileza de la fantástica Blanca DB:
Wake up to reality
Yo tengo pinta de ser de los flojeras.
ResponderEliminarEstoy en primero de MaryKondo
Como no cuento con esterilla, tengo la excusa perfecta para que mis abdominales sigan cultivandose mientras los riego con mahous.
Y de los idiomas prefiero no hablar que tengo perro y no quiero traumatizarlo, ahora que ya obedece, después de mucha dedicación, al español
mucho mejor que la vigorexia, donde va a parar
EliminarAh!!! Y gracias por la BSO de la cuarentena
ResponderEliminareso a la gran Blanca DB, que es la que sabe
EliminarEsos wasaps que re-envía la gente, con una grabación de alguien que dice ser enfermero/a, medico/a, o lampista, y que empieza con una voz dulzona diciendo...a ver, estooooo... Los borro todos sin escucharlos. Y la televisión peor, buenismo alarmista sin fundamento ni certeza alguna. Si quitas el audio y observas el lenguaje corporal de los presentadores...
ResponderEliminarMuy buena la de los Camper!
ResponderEliminarobra maestra!
Eliminar¡Coño ya ha amanecido en Elche!
ResponderEliminarEstimado Sr. Cano.
ResponderEliminarMe he leído las tres entradas de un plumazo y las he disfrutado mucho.
A partir de ahora, ya lo haré día a día.
Muy certero lo de los especímenes. Yo conocí en un trabajo a un Cenizo de Guardia profesional. Le puse el apodo, para mí y para dos colegas más de confianza, de "Malas Noticias" Brown, tomando el nombre de un mítico luchador de Pressing Catch, Bad News Brown. Obviamente, perdí el contacto con él una vez cambié de curro, pero me imagino su comportamiento en estos días de reclusión y son exactamente iguales a los que usted con tanto tino describe en su segunda entrada. Seguiré con ateción todo lo que escriba. Gracias por compartirlo.
Ah, y felicidades a la Señora DB. Excelente gusto.
Gracias oiga. Se le han pasado las dos primeras entradas, por si anda Vd aburrido
Eliminar¡Uy, qué torpeza la mía, pardiez!
Eliminarmuy fan de Bad News Brown por cierto!
ResponderEliminarescribes de maravilla y ademas tienes una deejay que te complementa con su sabiduria musiquera.....
ResponderEliminarmuchas gracias. El texto es una excusa para que la DJ nos deleite
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