Diario del aislamiento Día 38: El futuro desde el sofá
A los treinta y ocho días nos da por pensar qué pensaremos de todo esto dentro de 20 años, mejor 20, que 38 años se antojan muchos.
Dentro de 20 años proliferarán los documentales sobre el momento actual y, si hay suerte, lo veremos desde el salón. Lo veremos en pantallas más grandes o más pequeñas, en familia o cada uno en un cubículo, a la hora que nos dé la gana o a la hora que se emita si es que sigue existiendo la televisión lineal tal y como la conocemos, esa cuyo fin se viene anunciando desde hace 20 años y ahí sigue la tía. Si alguien le sigue viendo la gracia a comentar estas cosas en redes sociales e insultarse esgrimiendo teorías conspirativas y afirmaciones indemostrables, entonces la actividad será frenética durante la propia emisión del documental. Como ahora.
Quizás tampoco le echemos tanta cuenta al documental: dentro de un año seguiremos hablando de esto, dentro de dos habrá varios documentales conmemorativos. Según se vayan retirando los responsables en cada país, se irán haciendo libros de memorias, entrevistas esclarecedoras, reportajes detallados. Se irán desclasificando documentos, aportando pruebas, recabando datos, ajaja, ya lo sabía yo, lo dije desde el principio, es verdad que también dije lo contrario y otras veinte cosas más. A los cinco años habrá un especial, a los diez otros diez, a los quince quizás ya no tenga interés en absoluto porque hayan pasado muchas más cosas. A los veinte a lo mejor el interés estará más en ver cómo era la época que en entender lo que realmente pasó.
Por tanto, es muy posible que cuando se anuncie el documental de lo que ocurrió hace 20 años todo este tema del coronavirus no tenga mucho interés. Quizás en el ínterin haya habido otras pandemias más leves y se habrá aprendido a pararlas. Quizás haya nuevas formas de vivir pero casi seguro que no: cuando piensa uno en cómo se veía el año 2001 en 1968, el año de la película de Kubrik, o 1984 en 1947, el año en que escribe el libro Orwell, uno tiende a pensar que ni las cosas cambian tan rápido ni tenemos el don de acertar a la hora de pintar el futuro. Peor aún, si uno lee cualquier novela picaresca de mediados del siglo XVI se da cuenta de que, en el fondo, este país sigue siendo el mismo, con los mismos habitantes y los mismos comportamientos. Igualito que ahora, qué cosas.
Dentro de 20 años nos sentaremos, en fin, en un sofá probablemente similar al que tenemos ahora, quizás un poco diferente - pero no tanto - al que tuvimos hace 20 años, dispuestos a ver algo que ya conocemos por haberlo vivido en primera persona aunque fuera de manera limitada, metidos en un pisito y mirando al mundo exterior por el ojo de la aguja de la ventana a las 20.00 y el ojo contaminado y purulento de las redes sociales y los medios de comunicación, algo que recordaremos dentro de 20 años como tóxico e innecesario, como la capa de mugre que alguien tuvo a bien aplicar sobre una herida abierta para acelerar la necrosis. Oiga, no se altere, en el momento nos pareció una buena idea, oiga, no nos miren así, ya sabemos que lo hicimos mal, ya.
Nos sentaremos pues y a esas alturas todos tendremos claro lo que pasó, algunos por haberlo estudiado a fondo, otros anclados en su idea inicial con tal de no dar su brazo a torcer y no cambiar de opinión tras la proliferación de nuevos datos y hechos que vendrían a dar una explicación más veraz que las de los alarmistas, teóricos de la conspiración y cenizos que aquellos días de 2020 nos alegraron unos días ya de por sí alegres, hay que joderse.
Cuando nos sentemos a ver el enésimo documental sobre lo que está pasando algunos ya no nos hablaremos porque habremos acabado hartos los unos de los otros a cuenta de la radicalización de posturas. Otros habremos decidido no volver a hablar del tema salvo en círculos de extrema confianza y raciocinio, otros seguiremos hablando del tema como se sigue hablando de la Guerra Civil o de ciertos partidos de fútbol en los que el árbitro hizo cosas raras, cada uno defendiendo su punto de vista con cientos de argumentos manidos presentados en círculo vicioso, sin escuchar al otro ni darle una mínima oportunidad a la verdad o a la observación objetiva del objeto de la discusión, nótese la aliteración, por favor, que me ha costado un rato meterla en un párrafo sin desmontar el discurso, gracias, oiga.
Nos sentaremos y quizás tengamos un móvil o algo similar a mano para ir viendo qué se comenta en redes sociales, y probablemente nuestra pareja o nuestros hijos o el humanoide que viva con nosotros nos dirá pero todavía sigues con eso, mira que te gusta flagelarte, las redes sociales no las usa ya nadie en su sano juicio precisamente desde la Gran Pandemia de 2020, cuando la gente acabó harta de insultos y faltas de respeto y mentiras y perfiles falsos con nombres chocantes como Gervonta Michaels, Arthur P. Macareno o Vladimir Rosario O’Neil. Qué antiguo eres, mirando redes sociales, ¿qué será lo siguiente? ¿Suscribirte a la Hoja del Lunes? ¿Pedir por navidad un Xilomatic? ¿Hacer chistes sobre papel higiénico?
El documental empezará y casi seguro que resoplaremos, puf, otra vez esto, qué lata más grande, pero según avance nos iremos viendo a nosotros mismos en el momento en el que trascurre la acción, reaccionando igual que entonces. Aanda miraaa mira, el de las ruedas de prensa ese que llevaba un jersey y que tenía mucha paciencia y nunca levantaba la voz aunque le ponían como un trapo, cómo se llamaba, luego dejó la ciencia y se fue al campo y lo último que se supo de él es que fue visto con la misma rebeca con la que recitaba los datos apaleando a un turista francés que le había robado un paraguas. ¿Te acuerdas cuando seguíamos la rueda de prensa a diario y anotábamos las cifras de infectados y fallecidos en una libreta, te acuerdas? Qué días, qué inocencia, qué lelos éramos, lo mal que lo pasamos.
Y mira, ¿cómo se llamaba el político ese que era muy alto y dijo lo de los anticuerpos españoles? Ese si, ese ¡qué humorista! Desapareció también, y la rubia esa malgeniada del cuello largo que insultaba a todos con mueca de desprecio, tampoco se volvió a saber de ella, se ve que en el partido se hartaron de su mal genio y se la cargaron, creo que ahora tiene un canal de YouTube de decoración en el que critica el estilismo de las cocinas de los invitados y les escupe y todo. ¿Y esa otra quién era? Aah sí, la mujer del de la coleta, que estuvo mala durante la crisis y ya después no la vimos casi nada. Esos también desaparecieron, al parecer puso con su marido un taller de alfarería trostkista en Galapagar, no supimos que la alfarería podía ser un arma para destruir el sistema desde dentro hasta que lo explicó este hombre, cheposo y envejecido, en un programa que pusieron en la cadena local de la sierra. Ahora se dedica a hacer botijos antiglobalización y creo que a sus clases no va ni Dios, los ceniceros para casas okupadas sí tuvieron cierto tirón en Los Molinos y Navacerrada una temporada pero tampoco los he vuelto a ver, se ve que se rompían con facilidad, no era barro del bueno y en Los Molinos apagan los farias con furia, otra aliteración, y van dos, oiga.
Mira, mira ahí esos con las mascarillas, ¿te acuerdas qué psicosis con las mascarillas? Que si había, que si no había, que si venían de China en aviones fletados por las grandes fortunas de España, que si se ponían del lado blanco o del azul, qué discusiones en las familias, más de una se dividió entre mascarillazulistas y mascarillablanquistas, sobre todo en Lorca. Qué daño hizo eso, los Pastrana discutieron por este tema y los hermanos no se han vuelto a hablar. Era un bien escaso, las mascarillas, las vendían de estraperlo en las farmacias y las llevaban los de Glovo de madrugada, como si fuera droga. Eso sí, al mes y medio había más mascarillas en España de las que se podrían haber consumido en 100 años, había mascarillas por todas partes, sobraban mascarillas. El famoso artista Christo hizo una instalación de protesta por el despilfarro mascarilleril y cubrió el Mar Menor de mascarillas, ¿te acuerdas? Luego las mascarillas absorbieron todo el agua y secaron el Mar Menor y los ecologistas de Murcia le pegaron una paliza a Christo. A resultas del ataque cambió de nombre artístico y pasó a llamarse Ecce Homo, empezando una nueva vida de instalaciones diminutas y sin elementos secantes ¿te acuerdas? Yo en casa todavía calzo las mesas con mascarillas, debe haber al menos 100 cajas sin abrir, y eso que durante años las usamos como bayeta atrapapolvo.
Fíjate, fíjate todos esos políticos, uff, ya ni me acordaba. Mira ese, qué joven, ese es de los que más duró en política, como nadie sabía bien de qué se ocupaba, no sé si era ministro de algo o bedel, el caso es que luego siguió en activo pero nunca supo nadie a qué se dedicaba, fue el más astuto, madre mía qué abrigos se llevaban entonces. Mira, ese era el líder de Vox, recuerdo que tuvo un desencuentro con su partido cuando aceptó interpretar a Boabdil en una película de Bollywood y le acusaron de dar una imagen tibia del rey moro. A raíz de eso dejó la política y se fue a Los Ángeles, triunfó con la segunda parte de El Reino de los Cielos y luego puso un restaurante vegano con los Bardem y una franquicia de churros con Torra, que se había exiliado en Wisconsin y se dedicaba a la cocina castiza, qué cosas ¿eh? Andaaa y la de la Comunidad de Madrid, otra que lo dejó, la fichó una marca de comida para mascotas para algo de redes sociales y ahora es presidenta del Club de Fans Senior de Depeche Mode, mírala, ahí la tienes, que tipín se le ha quedado.
¿Oye y ese bajito que fue alcalde de Madrid? Ese parecía el más sensato, al menos el más educado. Al final también dejó la política, harto de que los de su propio partido le exigieran declaraciones hirientes y que le prohibieran desayunar con la oposición e ir con ellos al cine y a merendar. Se hartó el hombre, dejó la política y se hizo un estudioso de la figura de Quique Camoiras, es quizás el mayor experto español vivo en Quique Camoiras, reivindicó su figura y gracias a él Quique Camoiras es ahora un referente para todos. Bueno, para todos no, mira, ha sido salir en la tele y ya está esto que hierve con los raulsenderistas, quá radicales son esta gente, de verdad, qué asco de redes sociales. ¿Te acuerdas cuando este hombre propuso un gran gesto de reconciliación nacional consistente en derribar el Valle de los Caídos y en su lugar esculpir un gran busto de Quique Camoiras a la manera del Monte Rushmore? La obra iba a hacerla el artista Christo, pero el plan se truncó por culpa de la paliza que le dieron en Murcia, fue justo cuando cambio de nombre artístico y propuso, como ejemplo de su nueva etapa creativa, hacer un Quique Camoiras pero mucho más pequeño, del tamaño de un madelman y en miga de pan y, claro, eso no iba a funcionar y nos quedamos sin reconciliación nacional y ahora míranos, todos peleándose con todos, como siempre.
Y todo por las mascarillas. Por las mascarillas. Este país se busca la ruina por unas memeces que no hay quien lo entienda.
Playlist para el día 38, gentileza de la adelantada a su tiempo Blanca DB: I can see you your future
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