Diario del aislamiento Día 42: Ironías del presidio (VII)


Foto gentileza de Lourdes “qué-hermosa-ereh” Pérez

Cuarenta y dos días y siguen pasando cosas inexplicables, como hace una semana.   

Tras seis semanas de confinamiento, los cielos están limpios y la fauna toma las calles céntricas de las ciudades pequeñas, los conejos invaden las autopistas de circunvalación y los linces, libres de la amenaza del atropello, se dedican a dar paseos por el monte y comer a la carta. La estampa se repite en todo el globo, con osos, pumas y monos quedando para ir al centro los viernes noche, oye, vamos a Lo Viejo hoy, no, hoy no que se peta, mejor nos quedamos por el barrio. ¿En todo el globo? Oh, wait! En China la producción ha vuelto a niveles pre-pandemia en muchos sitios, los cielos vuelven a llenarse de porquería y las colas de aviones sedientos de combustible y mascarillas contribuyen a contaminar de nuevo lo que se había limpiado. Tanto trajín resulta sospechoso para las potencias occidentales, que elevan el tono preguntando a los chinos qué está pasando aquí, cómo es que Vds crean un problema y luego son los que se benefician, aquí hay gato de la suerte encerrado, dennos los datos, los informes de los hospitales.  Vds han ocultado la verdad y van a pagar por lo hecho una vez salgamos de la UVI, achacosos y debilitados: entonces iremos a por Vd, chino insolente, que para entonces ya medirá dos metros quince y pesará 150 kilos de músculo e industria. Ya veremos cómo, pero Vd nos las pagará aunque sea Vd un gigante y nosotros cada vez más enanos.

En Estados Unidos, mientras tanto, el delirio adquiere cotas nunca antes conocidas cuando su presidente recomienda exposición a la radiación solar y la inyección de desinfectante en vena como forma de acabar con el virus. Las redes se llenan de mensajes de autoridades médicas y políticas que, abochornados por lo que acaban de escribir, recuerdan a la población que no es buena idea inyectarse lejía en vena aunque lo recomiende la más alta instancia de la Unión. Las declaraciones serían buen material para un gag si no fuera por la preocupación real de parte de la comunidad médica de que los americanos menos espabilados, que no son pocos, reaccionen comprando goteros llenos de Mr Proper para enchufar a sus hijos. Después de quitar hierro al virus, decretar el cierre en contra de sus palabras anteriores y después llamar a liberar por las armas los estados demócratas en los que se impone el confinamiento, la última voltereta llega en el caluroso estado de Georgia-On-My-Mind, en el que el gobernador republicano anuncia el fin del confinamiento antes que nadie. Trump censura la medida por excesivamente temprana y temeraria, pero el gobernador y sus funcionarios desvelan que la medida fue acordada hace días precisamente con Trump, el que ahora da la espalda. Los periódicos locales recuerdan desavenencias entre el gobernador y el presidente a cuenta de la designación de un senador, e interpretan como vendetta personal el cambio de actitud del presidente. Una vez más, la política de críos en tiempos de crisis mundial, estamos en buenas manos.

Siguiendo con el repaso al elenco mundial de líderes infantiles, en el Reino Unido arrecian las críticas hacia su ausente primer ministro Johnson, retirado en su villa campestre para recuperarse del virus que le llevó a la UVI, donde fue atendido por emigrantes de los que quiere echar del país. Los libros de registro de la administración descubren que Johnson no acudió a las cinco primeras reuniones del gabinete de crisis formado para contener la pandemia, en algunos casos por estar de vacaciones. A la inoperancia del gobierno local, algo que les suena, se le añade la desidia de su líder, que no trabaja los fines de semana y tira el boli a las seis cada tarde, haya coronavirus o no. La ola de indignación crece y, como viene ocurriendo estos días, urge encontrar un culpable al que señalar para así desviar la atención del asunto, que no es fácil. En este caso el culpable no es un restaurante chino ni una sociedad secreta ni un visitante del espacio exterior, sino una institución venerable y por todos respetada: la afición del Atleti. La visita del Atleti a Anfield, arropado por tres mil seguidores portando camisetas, bufandas y virus, se ha convertido en el 8M local, el foco de la pandemia anglicana, el nuevo Pero Niño. Hay quien atribuye la llegada de la Nación Colchonera a un complot anti-Brexit, hay quien habla de la venganza de Alonso Pérez de Guzmán, Duque de Medina Sidonia y hay quien ya empieza a elaborar una teoría más compleja: la venganza del Calderón, cuya tribuna en forma de costillar resiste a la vera del río las embestidas de los buldóceres, paralizados por  la pandemia, que envía a sus antiguos moradores a distribuir la peste por el país que inventó el foot-ball en venganza por su venta traicionera.

Mientras tanto, en Italia, la curva se va domando poco a poco aunque las cifras, como en España, siguen siendo elevadísimas. El ejecutivo de Salvini contó en un primer momento con ayuda rusa, china y cubana pero, a pesar de la ayuda, las cifras, sobre todo en el norte, siguen siendo tremendas. Esto provoca una nueva ironía: acostumbrados a ser maltratados por el norte industrial y poderoso, los terroni del sur, tradicional obra de mano barata de las fábricas de los Agnelli que encontraban su único consuelo en los partidos de la Juventus, ven ahora cómo sus regiones se muestran más limpias y eficaces que las de los arrogantes lombardos y piamonteses. Napolitanos y calabreses echan en cara a sus ricos patrones el ser un desastre organizativo y haber sumido al país en el caos y la pobreza: el sur afeando al norte por su ineficacia y torpeza, lo nunca visto antes.

España sigue en el centro de la pandemia y también de las ironías que ésta produce. Entre otras, la salida masiva de extranjeros del país, hasta un millón y medio según el gobierno incluidas pateras de vuelta a Marruecos huyendo del cierre de fronteras, en una especie de emigración de inmigrantes que debería agradar a algunos partidos poco amigos de los extranjeros. Estos sin embargo se antojan más necesarios que nunca ahora que se acercan las cosechas y la fruta espera a que lleguen las manos que las metan en las cestas, manos que en los últimos años eran siempre de fuera. ¿Quién salvará al campo, a la famosa España vaciada, y de paso a los que en las ciudades tenemos la costumbre de comer peras de agua? No parece que vayan a ser los urbanitas que huyeron a su segunda residencia ni tampoco los diputados de los partidos que proclamaban eso de los españoles primero, a ver si resulta que el problema no era tan simple como quisieron plantearlo.

Entretanto el gobierno sigue cometiendo errores de bulto que hacen difícil defender su gestión hasta a los más entusiastas. A pesar de la negligencia la curva se aplana, las cifras mejoran, Europa parece reaccionar y en breve sabremos si abrir las empresas hace una semana fue una temeridad o esto va mejorando definitivamente. En el ambiente flota un cierto optimismo sobre el fin de la cosas aunque todo el mundo ha asumido que será lento y poco a poco. Estas buenas noticias obligan a la oposición a redoblar esfuerzos para pintar un futuro apocalíptico fruto de una gestión nefasta, algo relativamente sencillo vistos los patinazos constantes de los ministros de varios ramos. Al de Sanidad se le acusa de todo lo que pasa y al de Interior de utilizar a la fuerza pública en beneficio del gobierno. Esto lleva a la irónica situación de ver cómo una portavoz ataviada con una mascarilla verde benemérita y bandera de España debe cargar contra la Guardia Civil por defender a un gobierno social-comunista; para más inri, la mascarilla en cuestión la fabrica una señora ecuatoriana que simpatiza con el partido de la enmascarada. El mismo partido pasa de puntillas sobre el hecho de que su aliado y referente Salvini haya acudido a Rusia, China y Cuba para que le ayuden durante la pandemia, aunque sueñe con un desembarco de la UME del Ejército Rojo en Torrejón que permitiera avivar aún más el discurso guerracivilista. Mientras, el líder de la oposición, teóricamente más responsable, lanza a las redes sociales fotos en las que se mira en el espejo de unos cuartos de baño con gesto apesadumbrado; fuera de contexto, se diría que es un anuncio de laxante en el que el protagonista ha olvidado cerrar el grifo, gesto irresponsable como bien sabemos los seguidores de embalses punto net.

Para guinda del pastel, el inefable Torra remata de cabeza el desaguisado desafiando al gobierno a la hora de programar la reapertura, bautizada como “desescalada” por algún asesor disléxico de las altas esferas. Torra, que estaba grogui por su errática gestión y malísimas cifras en la región, adornadas con simultáneos desplantes y peticiones de ayuda al ejército, ha recuperado el pulso animado por el espectáculo lamentable de los partidos en el parlamento, algo que le permitirá justificar su posición en el extranjero con el evidente argumento de “es que no hay más que verlos, son incapaces de dar una a derechas, tienen que entender que nos queramos ir de aquí”. Envalentonados, los independentistas hacen de la ciencia su bandera y nombran asesor de cabecera a un prometedor científico con pureza de sangre garantizada; a la vez, sin embargo, se entregan a la numerología y la cartomancia y denuncian la ayuda en forma de números cabalísticos y ofensivos que viene desde Madrid, solo les falta leer los posos de la butifarra. Portavoces del Govern hablan ya sin tapujos de una pandemia contenida y casi frugal si la llega a gestionar Cataluña como estado independiente, asocian España a paro y muerte y Cataluña a vida y trabajo. Para terminar con la postal, les falta crear un sendero de baldosas amarillas que recorra su país, guiando al presidente en el exilio quien, calzando sus zapatos de rubí, liberará al pueblo de la Malvada Bruja de la Meseta. El movimiento produce bochorno hasta en sectores del independentismo teóricamente menos moderados y, mientras tanto, el alcalde de Badalona es detenido por conducir borracho y decirle a los policías, en la más pura tradición española, aquello de “Usted no sabe con quién está hablando”. Quién iba a decir a la Cataluña idílica de la ciencia y la vida moderna que su reflejo real no es Ciudad Esmeralda si no la Cuenca del concejal del chiste de Chiquito de la Calzada, el mismo al que detuvo la Benetérica.




Playlist para el día 42, gentileza de la cautiva Blanca DB:

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