Diario del aislamiento Día 21: Ironías del presidio (IV)



Veintiún días, tres semanas de cautiverio y el mundo sigue dando vueltas, la primavera ha llegado, las cotorras argentinas toman Madrid y, mientras tanto, las cotorras nacionales toman el espacio que las cotorras argentinas no consiguen abarcar. Cuarto capítulo de esta novela de ciencia ficción por entregas que tiene de todo: virus malignos, pangolines martirizados, líderes mundiales haciendo el ridículo, científicos trabajando en cuevas en busca de la solución, señores en su casa criticando todo mientras comen ganchitos.

Avanza el tiempo y avanza la pandemia, avanza la ciencia buscando una solución y avanza el resto del mundo en busca de algo que arruine la solución lo antes posible, que en eso somos muy buenos. Avanza la primavera y también la curva logarítmica, nuestra mejor amiga estos días: quién nos iba a decir que a estas alturas íbamos a estar pendientes de las curvas que nos hicieron la vida imposible en el colegio. A este ritmo terminaremos la cuarentena repasando los conjuntos, las raíces cuadradas, las derivadas, las integrales definidas y las biografías de Tales de Mileto, Eratóstenes, Ptolomeo y Perogrullo. Para la siguiente podemos abordar ciencias vecinas y tratar de averiguar de una vez por todas si fue antes Boyle o Mariotte: ya sabes que estas cosas gustan mucho en nuestro país, porque es la excusa perfecta para acabar dividiendo a la población entre Boylistas y Mariottistas. Yo, vaya por delante, soy muy de Boyle, Mariotte me parecía un arribista y un tiquismiquis. ¡Abajo Mariotte!

Avanza la pandemia, decíamos, que parece alejarse por ahora de Asia, donde nació. China, que primero fue culpable de su origen, luego esperanza científica y aliado deseado y más tarde fuente de tests de mentirijillas, ahora es el primer exportador de todo lo que el resto necesita. Mascarillas, guantes, trajes de protección, respiradores y tests vienen todos de China y eso dispara las teorías de la conspiración. Más aún, la escasez incluso en China ha creado un mercadeo global de lo más desagradable, con delegaciones de todo el mundo haciendo cola en la puerta del mercado chino enseñando billetes y subiendo ofertas, posiblemente lo mismo que se hacía en ese mercado de Wuhan el día que hubo oferta de pangolín. Quién da la vez, aquí, yo soy el último, ojo que yo pago el triple de lo que pague este señor tan bajito, no vayan a venderle a él estando yo aquí. Mascarillas, mascarillaaaas, mascarillas frescas, recién empaquetaditas las traigo, miren, qué mascarillas tengo, quién las quiere. Yo, yo, yo, yo, yo pago más que los otros, yo pago más que este último, yo pago más que todos, pago en metálico y además regalo un queso. ¿Cómo van las gestiones, Menéndez, vienen ya esas mascarillas? Nada, no hay manera, tenía apalabrado un pallet pero al final el chino se lo ha vendido a los franceses, que traían latas de foie y a los chinos les gusta más que las peladillas que nos ha dado Vds. A quién se le ocurre intentar deshacerse del stock de peladillas en esta ocasión, ya les dije que había que venir con algo más atractivo, nada de peladillas ni perrunillas ni esas cosas que por casa ya no gustan mucho, estos son chinos pero no son tontos.

El mundo entero se lanza a la compra de material sanitario en China y mientras ni un solo avión sobrevuela Europa, en los aeropuertos chinos hay colas y colas de aviones civiles y militares que envía todo el mundo, países, fundaciones, empresas, comunidades autónomas, comunidades de vecinos. Los tratos se cierran sin papeles, con apretones de manos y eso hace que las mercancías puedan cambiar de dueño en el último momento, las historietas se suceden. Los americanos van de avión en avión con un maletín lleno de dólares, como en las películas, y se llevan los cargamentos a medio cargar. Los aviones intentan no hacer escalas para evitar que los gobiernos locales requisen los cargamentos para su propio uso, en Turquía retienen mercancías compradas para el mercado español con la excusa de que faltan los papeles de la aduana, en Francia desaparecen cargamentos de mascarillas y guantes y los sustituyen por cajas de boinas y camisetas de rayas para que el piloto no sospeche. China, Francia, Turquía, los enemigos de los libros de piratas vuelven a la primera fila, solo falta que Boris Johnson dé el mando de su flota a un heredero de Drake y este intente saquear de nuevo La Coruña para hacer mascarillas con filhoas.

Mientras tanto, Trump, siempre lenguaraz y sobrado, ve cómo cada vez le cuesta más tragarse sus propias palabras. Negacionista y bravucón, ahora se da cuenta de la que se le viene encima y pasa de decir hace unos días que todo el mundo a trabajar que esto no es más que un resfriado a decir que si al final de la crisis EEUU cuenta con entre 100 y 200 mil fallecidos, habrán hecho un buen trabajo. Los medios locales hacen cuentas y se dan cuenta de que las cifras estimadas exceden en varios miles los muertos acumulados por el sida, la droga, los accidentes de tráfico y unas cuantas cosas más y se preguntan por enésima vez si este hombre está en su sano juicio. Las elecciones se acercan, el mundo está cambiando y Trump sigue pensando que dirige un campamento de scouts y que su papel consiste en decir cada día una tontería mayor que la anterior hasta que le den como premio un paquete de malvaviscos.

El mundo contempla aterrorizado cómo en el momento más complicado de los últimos 70 años no hay ni un solo líder a la altura, quizás únicamente Merkel, quien sigue subiendo en popularidad entre los suyos. Ese es quizás el problema para el resto, que a Alemania parece traerle al pairo lo que suceda al resto de socios europeos, erosionando aún más la ya debilitada imagen de la Unión Europea. Esta, destinada a garantizar la paz y la unión entre socios que históricamente se dedicaron a hacer la guerra entre ellos puede que no supere nunca su primera gran crisis y eso que no tiene bombazos por medio. La insolidaridad y los malos modos, los aviones retenidos y la descoordinación a la hora de comprar material básico, el sálvese quien pueda general da munición de sobra a los euroescépticos y nacionalistas miopes. La gran crisis internacional va a terminar con los intentos de internacionalizar las soluciones, qué cosas.

En España, el gobierno desarbolado se defiende panza arriba de la crisis como tal y de todos los que aprovechan el momento para preguntar qué hay de lo mío. A estas alturas parece claro que el gobierno no dio a la crisis la importancia que tenía a pesar de tener información, que cuando reaccionó para comprar guantes y gafas ya era tarde, que la coordinación con las Autonomías era pobre. Ahora sabemos que Galicia sí compró material en su momento, por si las moscas, y hasta que algunas residencias de ancianos en Cataluña se habían blindado ya antes de que empezara la crisis. Vamos, que había información, posiblemente desde lo del Mobile, pero que no se tomó tan en serio. Ante esto tiene que dar explicaciones el gobierno, pero está demasiado ocupado acarreando cubos de agua: las cifras siguen subiendo aunque menos, los sanitarios empiezan a mostrar síntomas de agotamiento y también de la enfermedad, fruto de la escasez de equipos de protección. Los datos, fundamentales según todos los expertos para poder luchar de manera eficaz contra el avance del virus, son confusos, incompletos y no homogéneos. Algunas Comunidades dan datos acumulados de ingresos hospitalarios, otras dan ingresos de cada día, algunas no trabajan el fin de semana y los datos los dan el lunes, que no perdonan los días de descanso ni en pandemia. Al final el virus hace que España se mire en el espejo y confirme lo que pensábamos: somos un caos.

Y aun así parece que las cifras son esperanzadoras, parece que los ingresos hospitalarios bajan sensiblemente, también los infectados y fallecidos. Parece que las medidas van funcionando a pesar de los errores y la falta de previsión y el alto precio que tienen que pagar los sanitarios, los familiares, los ancianos de las residencias. Italia, que va un par de semanas por delante, también parece haber contenido el ciclón y empieza a ver la luz. Parece en cualquier caso descartado que esto vaya a suponer una tregua para el gobierno: abierta la veda de la pelea política, la noticia de que la cosa puede empezar a aliviarse, incluso mejorando con cifras la gestión en Italia, seguramente termine por recrudecer las acusaciones. Sí, muy bien pero el 8M no habría que haberlo permitido, el ministro es un inútil, les engañaron con los tests, a las 21:00 cacerolada. Algunos aprovechan que la cosa se estabiliza para pedir la dimisión del gobierno, que antes de irse el Estado pague las nóminas de todos (esta sí que es buena) y la formación de un extraño gobierno de emergencia que no se sabe de dónde saldría ni quién lo presidiría; parece que en este río revuelto todo vale y se puede soltar cualquier disparate, total, la gente tiene demasiadas cosas en la cabeza y ya sabemos que luego estas cosas se olvidan. Por ahora el gobierno, agotado y consciente de sus múltiples errores, decide extender el estado de alarma y por ende el presidio general hasta el día 26 de abril. Esto sí es un acierto: el 26 de abril, aniversario de la fundación del Club Atlético de Madrid, es una fecha perfecta para las grandes alegrías de la vida.

En la confusión general destacan dos personajes. El primero, el alcalde de Madrid, Almeida, que ha visto cómo su imagen se agranda a costa del deterioro del resto de la clase política únicamente por haberse dedicado a hablar poco y de manera educada. Consciente del rechazo que provoca cada declaración alocada de su compañera de campaña Ayuso, que parece que finalmente ha encontrado los dos aviones que se le habían perdido, Almeida tiene una posición ventajosa que está aprovechando bien. Tiene pocas competencias para intervenir en la situación y su función se ve limitada a gestionar la logística local, que no es moco de pavo, y criticar veladamente a los demás. Prudente, limita sus críticas y cuando lo hace utiliza un tono bajo y conciliador, atrayéndose por ejemplo el favor de la prensa cuando critica las ruedas de prensa con preguntas pactadas del presidente Sánchez, una mala práctica heredada de Rajoy y su famoso plasma, algo de lo que, por cierto, no es responsable Almeida pero tampoco le es ajeno del todo, cosas del partido. Su postura contenida y astuta en estos tiempos de líderes ineptos le hace parecer un Churchill local, algo que sin duda aprovechará en el futuro una vez inmolada la primera línea política que en estos días hace el ridículo.

El segundo es ya un clásico, el errático Torra. Viendo como las cifras de infectados y fallecidos aumentan en Cataluña y viendo como sus propios ciudadanos se giran hacia su figura pidiendo que se dedique a gestionar el problema en vez de seguir alimentando teorías conspirativas sobre el centralismo asesino, Torra se ve presionado. A regañadientes, forzado por la situación, Torra termina por pedir la intervención del ejército para ayudar en tareas de desinfección, lo que desencadena cientos de chistes. Torra, enrabietado, envía una carta a la ONU para denunciar la situación de los presos del procés, como si en la ONU no tuvieran otra cosa en que pensar estos días, la idea es buena buena: Querida ONU, ¿Qué tal todo? ¿Qué tal la familia? En estos días en los que seguramente tendrán tiempo libre y poca presión, aprovecho para llamar su atención sobre este tema capital que tanto les preocupa, que lo sé yo, reza la carta de Torra. La mente de Torra maquina y maquina, pensando cómo compensar la humillación pública que ha supuesto tener que recurrir al ejército: si la ONU no contesta (que ya sería raro, piensa Torra), les escribiré otra carta, y otra y otra, escribiré y escribiré y el estado derribaré. Y si la ONU no contesta a las siguientes cartas, escribiré más cartas, piensa Torra, venga cartas, más cartas, piensa en un delirio epistolar que ni Correos habría soñado. Escribiré a la Unesco, a la FIFA, a la OTI, a la Confederación de Cerrajeros Finlandeses. Si estos no contestan, escribiré a la Cofradía de El Cachorro, a la Tuna de Ávila, al Colegio de Aparejadores de Valladolid. Torra se ve a sí mismo como una factoría epistolar, venga a escribir cartas a diestro y siniestro. Cartas de amor a Ayuso, cartas de restaurante de comida casera catalana, cartas desde su celda. Si la cosa va mal, piensa Torra, siempre podré escribir cartas por encargo y ganarme un dinerillo, cartas para pedir cobertura al seguro, cartas de reclamación a Ryanair, cartas en verso, cartas en clave, cartas naúticas incluso. Torra compra una muñequera y un sacapuntas y se dispone a tramar su venganza de su puño y letra, menudo es Torra cuando se enfada si tiene un lápiz y un paquete de folios.

La semana que viene, más. Mientras tanto, piensen por Vds mismos.




Playlist para el día 21, gentileza de la paradójica Blanca DB: It’s a sin to tell a lie


Comentarios

  1. Sin ánimo de enmendar la plana a la asesora musical, yo incluiría All Men Are Liars de Nick Lowe en la pleilís esa.

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